sábado, 21 de enero de 2017

La chica de mi sueño



Sentada junto a mí descansa, apoyada sobre mi hombro. Se cubre con una manta, encogida sobre sí misma. Quiero abrazarla, pero no puedo. Es lo que hemos decidido. Yo me voy y ella se queda, no queremos empezar algo que vaya a quedarse estancado durante meses. Cuando vuelva, podré abrazarla y podré besarla, o eso espero.
Su melena castaña le cubre el rostro proporcionándole una agradable cortina que oculte el brillo que la pantalla que mi ordenador desprende con fuerza. He bajado el brillo al mínimo pero hasta a mí me duele la vista. ¿Debería apagarlo? No lo sé, no tengo sueño.
Sin embargo ella duerme plácidamente como un ángel.
No oigo su respiración pero la siento. Se mueve lentamente, arriba y abajo, acompañada por los suaves latidos de su dulce corazón. Y cada vez que se acerca un milímetro más a mi rostro, puedo oler su perfume y se me eriza el pelo. Me siento bien, a pesar de lo dicho, estando junto a ella.
Quiero pensar en ti, estar a tu lado. Porque cada pensamiento en el que apareces me duele cuando no estoy contigo. No puedo, y por amor estoy dispuesto a sufrir el desgarro de mi corazón cada vez que tu rostro se aparezca en mi mente. Cada vez que me escribas una palabra, “hola” tan siquiera, será como una brisa de aire fresco en un asfixiante día de verano.
Cuatro meses no pasan rápido, pero tampoco despacio.
Y sin embargo no cambiaría la sensación que siento por nada en el mundo. Pese al dolor que me provoca no estar a tu lado, me siento vivo. Me siento mejor que nunca, pues tú me haces querer ser mejor persona. Cada segundo que pasa quiero hacer algo productivo. Necesito darle un sentido al tiempo que no paso contigo. Quiero que estés orgullosa de mí.

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